¿Y si vuelvo?
- Manuela Montoya
- 13 nov 2024
- 4 Min. de lectura
Hace ya un tiempo que no me paso por aquí. Y “por aquí” me refiero a mi propia cabeza. Se supone que los que nos hacemos llamar escritores buscamos a la hoja en blanco como medio de consuelo, catarsis o claridad. Yo hace rato que le huyo a la página. Tal vez por miedo, inseguridad o, quien sabe, capaz porque sé que dentro mío tengo respuestas que quizás no quiero enfrentar, respuestas que probablemente ni sean malas.
Ahora, la gran pregunta cuelga en el ambiente… ¿por qué ahora?
La respuesta parece un poco más sencilla de lo que es, pero a gran escala es porque la vida está un poco nublada últimamente. Mi padre dice que cuando la vida está nublada hay que esperar a que se ponga clarita, pero todos sabemos que si quitar las nubes fuera tan fácil, haría sol todos los días.
No busco respuestas en estas líneas, tampoco consuelo. De pronto, lo que necesito es quitarme los kilos demás que en estos momentos reposan gratis en mi cabeza. Y capaz que las palabras aquí escritas no tengan un sentido todas juntas y que esté un poco en desorden todo, pero ese sería el reflejo mismo de las nubes que ahora veo.
Últimamente encuentro refugio en las letras de otras personas, canciones como “Tantas veces” de Monlaferte con Andrés Calamaro que tiene versos que resuenan bastante conmigo, versos como:
“Perdón vida de mi vida, perdón si es que te he faltado
Por mí saldría el sol todos los días
Por mí no existirían heridas”
O la última canción de Yami Safdie con Lasso, “En otra vida”, en la que se contempla toda una otra vida que pudo ser y no fue. Qué lindo es pensar en otras vidas, en los hubiera, aunque mi madre siempre me dice que los hubiera no existen, pero cómo es de lindo pensar en ellos. A veces los hubiera se transforman en “Y si…”, esos, para mí, son más difíciles de enfrentar. De hecho, creo que son los “y si” los que me traen de nuevo a la hoja en blanco.
Ser valiente es de valientes. Yo creo que he tenido momentos de valentía en mi vida, pero de ahí a llamarme valiente hay un trecho bastante amplio. He tenido momentos, varios, en los que he saltado al vacío sin pensar en lo que me esperaba abajo, sin titubeos ni vergüenza. La mayoría de las veces ha salido bien… bueno, al menos eso quiero pensar yo. A veces me cuesta ver lo que he hecho y lo que he conseguido en mi vida, razón por la cual los “y si” me persiguen constantemente.
Es como si fueran un recordatorio de que la vida no para. Porque hay momentos en los que nos sentimos cómodos, donde todo cuadra… justo ahí… ahí es cuando pegan más fuerte. Cuando estás sentada en el sofá, con un vaso de limonada en la mano, mirando por la ventana, pensando en lo tranquila que estás. Ahí… Ahí llega el “y si”. Tres letras que son capaces de tapar cualquier sol.
Ahora, no se malentienda lo que digo, los “ y si” pueden ser para bien. Te tapan el sol por un tiempo para desvelar uno nuevo más adelante. Otras veces se quedan un poco más de lo que quisiéramos.
Yo me enfrento a muchos de ellos en estos momentos…
¿Y si no soy buena en lo que hago?
¿Y si no consigo un trabajo que me haga feliz?
¿Y si lo consigo?
¿Y si no la logro por fuera de mi país?
¿Y si sí la logro, qué pasa después?
¿Y si no consigo el amor?
¿Y si lo consigo, qué hago con él?
¿Y si no consigo un salario que me permita vivir tranquila?
¿Y si decido volver a casa?
La lista puede ser infinita, pero ya pueden ver el patrón. Esas preguntas son las nubes que hoy nublan mi paisaje y las cuales quiero dispersar para volver a ver clarito. Pero los “y si” son los hubiera sobre los que todavía podemos actuar y de ahí el miedo que provocan, que suscitan.
Nada me garantiza los resultados que pueden surgir si actúo sobre alguna de esas preguntas, si salto al vacío una vez más. Pero supongo que así ha sido siempre y seguirá siendo por el resto de los tiempos. Porque aunque nos gustaría tener todas las respuestas, la vida no es tan simple y mucho menos clara. Por eso nos mantiene atentos, alerta, pendientes a la incertidumbre.
Hace unos meses escribía sobre la incertidumbre en mis notas del teléfono y decía lo siguiente:
“La incertidumbre es ese espacio entre la nada y el todo.
Un momento de paz y ansiedad.
De falta de certeza, pero lleno de oportunidad.
Miedo
Duda
Expectativa
¿Y si no existiera?
¿Seríamos los mismos?
¿Nos quedaríamos quietos… conformes… perezosos?
La vida es movimiento y el miedo es impulso.
La incertidumbre es esa alerta que nos avisa que es tiempo de avanzar, de seguir.
Es el rayo de confianza de que algo mejor está por llegar.”
Lo escribí para despedirme de un lugar de trabajo en el que me quería quedar y, al final, lo utilicé para pedir trabajo en un lugar al que quería llegar. Ninguno de los dos sucedió (jaja). Bueno, la segunda todavía está por verse, capaz que más adelante se dé, pero bueno, que seguro que por mi texto de la incertidumbre no será. Capaz alguien lea esto y se abran las puerta a un lugar al que ni siquiera había contemplado llegar. Nadie lo sabe. Será un “y si” más.
Como pueden ver, este texto tenía una pregunta inicial, un punto de partida, y al final se ha ido un poco a la mierda. Que no está mal. A veces tenemos un punto de partida que no concuerda con el objetivo desconocido de lo que estamos haciendo. Al final del día yo buscaba esclarecer mis nubes y ver clarito y eso no se hará en una hoja en blanco, ¿o sí?
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